Errantes
Martinete
Manuel Reyes
Dedicado a mi querido amigo Paco Ortega
Calle Ancha le llaman a las afueras del pueblo.
Anchura terrosa y destartalada con algún corralón derruido y alguna casucha pobretona.
Baja por la Cuesta de la Fragua hasta los olivares del valle.
Era niño Juan cuando su padre, cansado de vivir aislado en escarpadas montañas, decidió ubicarse en una oquedad de la ladera y ejercer ahí la forja.
Juan es mayor y vive solo. A veces rememora aquella triste historia que trabó su vida; el son del yunque le mete en el recuerdo y empieza a cantar por martinetes.
¡Hase tantos años!.. -dice- Yo era mozuelo y la quería. Se fueron del lugar cuando pasó aquello. No la volví a ver más. Era de noche y no habíamos comío. Mi padre me mandó a buscar fajina de brezo pa'emsendé la fragua. Cogí cuerdas de ramales y salí volao.
...Aquella mujé era una santa, me querí más que a su vía..., pero, ...las cosas... ni su pare consentía ni er mío tampoco; ...diferensias que venían de tiempo.
Crucé por el olivá y escuché pasos. Miré pa'tos laos. Era ella. Iba llorando. Al prinsipio no me conosió y se asustó:
¿Dónde vas, mujé, de noche..? ¿Te pasa argo..?
-Los 'jundunares' están en la casa en busca de mi marío. Voy a ve si lo encuentro Juan, y que salga 'najando'-.
Cuando dijo mi nombre me entraron escalofríos..., hasía tanto tiempo que no escuchaba mi nombre en su boca... Mi cabesa se fue atrás en el tiempo; muchas vese nos vimos allí a escondías. Mi cuerpo temblaba de ternura y de compasión. Toavía macuerdo d'ella..., ¡qué desente!, ¡a mares lloraba por su marío..!
No te apures mujé; yo voy contigo, que da mieo a estas hora. El corasón me retumbaba.
-No Juan, ¡vete!, que la gente es mu mala-
Mujé, ¡te viá a dejá sola..! ¡Qué doló! Desamparaíta la pobre.
El hierro salía de la fragua como una bengala. Al son del martillo entonó aquella letra:
"Por los olivaritos del valle
yo me había encontrado a una güena gitana.
Le eché el braso por el hombro
y la he miraíto como a una hermana".
El martillo inicia la andadura del yunque, pasos de ritmo son, a la herida que no cierra, al cante de la esquirla irresoluta. La voz de Juan desgarra como reja en surco. La queja alarida desahoga el sentir que vierte la memoria:
"En sonando el yunque
de toito me acuerdo.
En el yunque canto toas las fatiguitas
que ha pasao mi cuerpo.
Como te 'camelo'
quisiera verte.
Porque tengo miedo que 'Un Debel' del sielo
quiera recogerme.
En lira de yunque
canto mi doló.
Que yo estoy metío,
primita e mi alma
en el calaboso de tu corasón.
Como la cera,
con los ojitos serraos.
Llorando le digo a la mare mía
que solito ma queao".
En la atmósfera del valle queda el eco reverberante del martinete.
Errantes