Errantes
Lilo
Manuel Reyes
Dedicado a Adolfo García Muñoz
El personaje que nos ocupa ha dejado su 'ser' en la andadura y ahora es un errante en la ciudad, un vagabundo, un cuerpo 'viviente?.
Degradado a este límite, sin norte, sin nombre en ser nombrado, sin días en él acontecidos, con él, sin noches, (ajenas, desentendido su sueño apagado bajo los párpados de unos ojos que al abrir ignoran...); y su cuerpo como un bulto sin dueño, llevado.
No podemos decir que vino al lugar en que se encuentra ni tampoco de dónde. Él no va a ningún lugar, lo suyo es quedarse, en este caso a un lado en el acceso de un garaje cerrado.
No quise preguntarle su nombre ni saludarle. Los nombres determinan e implican en 'ser' de que quedó descolgado; y el saludo induce un ánimo de coexistencia.
"LILO", (así lo llamamos para que el artículo neutro ataje cualquier enunciación; para que las sílabas no asocien significado); si el mundo no lo remedia, quedará, en errante vagabundo, sin ámbito, disgregado e inmóvil.
La humana condición nos impide sustraernos y dejarle en la estacada, "apartado, solitario, despojo de un alguien -el autor- en su sola vitalidad" -M. Zambrano-. Lilo no es un errante al uso; adjetivado 'vagabundo' deambula sin más, sin 'centro' de ser; carne de hombre: pasivo, indefenso, sumiso, sin protesta, sin grito que luche vivir. Nuestra conmiseración nos lleva a gritar por él, a gritar por los que no pueden gritar, por tantos 'LILO' de "vida derramada", (M. Zambrano):
"¡Ay ay! en un rinconsito de cualquier lugar...
Lo vensió la vía, le quitó el destino:
Sus pasos no hasen camino al andar.
¡Ay ay! en un rinconsito de cualquier lugar..."
"¡Ay ay! Se fue deste mundo sin saber por dónde
Al espejito que tenía en su 'centro'
se le fue el azogue
"¡Ay ay..! se le fue el azogue."
Errantes